miércoles, 16 de noviembre de 2011

Rishikesh, capital mundial del yoga.

Rishikesh es la capital mundial del yoga, aquí das una patada a una piedra, aparece un maestro espiritual y te da una clase. La ciudad trascurre a lo largo de las orillas del Ganges, que por aquí baja limpio y hermoso. Dos puentes (Ram Jula y Laksman Jula), siempre abarrotados de gente, comunican las dos riberas. A cada poco, te encuentras un ashram, un centro de yoga en cualquiera de sus variedades, un encuentro de meditación o una ceremonia en alguno de los ghats junto al río. Todo esto se adereza con: vacas que pasean a sus anchas por las calles; motos, taxi-jeeps y carros que pitan sin parar; monos, atentos a robar cualquier cosa que les llame la atención; sadhus reales y de garrafón, que deambulan ceremoniosos y solemnes; puestos de baratijas, de comida y de delicioso chai.
Turistas indios y occidentales, caminan por las calles de una ciudad, a la que muchos vienen en búsqueda de espiritualidad y viaje interior. Cuando hay posibilidad de ganar dinero por una atracción turística, esto se explota, aquí ocurre con el yoga, y como cabe esperar, te encuentras de todo. El producto que vende esta ciudad es muy atractivo, pero como siempre ocurre cuando algo da dinero, hay gente que trata de vender gato por liebre. Después de muchos años trabajando en publicidad se desarrolla un radar muy fino que detecta los mensajes comerciales para captar clientes, bajo formas distintas. Encontrar la espiritualidad de este sitio, sinceramente me costó, lo que no quiere decir, que esta ciudad no sea un lugar fantástico para encontrarte auténticos maestros de yoga y personas muy elevadas desde un punto de vista espiritual, de las que se puede aprender mucho y muy bueno. Los días que he pasado aquí, he encontrado situaciones y personas que me han parecido que tenían demasiada “producción”, no me han resultado naturales y no me han llegado en absoluto. Pero, por el contrario, otras me han impresionado bastante. Cuento algunas: • En el ashram Parmarth, se celebró durante unos días la llegada del 11.11.11, según algunos el momento en el que entramos en la era de Acuario. Vinieron personas de muchos países y artistas muy reconocidos dentro de este mundo. Escuchar a Snatam Kaur cantando mantras en las escaleras de la orilla del Ganges, con hogueras junto al río y fuegos artificiales tras una imponente escultura de Shiva, es un bonito espectáculo, pero no conseguí unirme a la celebración. No pase de ser una espectadora. Estaba tan preparado, todo tan perfecto, a nadie le faltaba un detalle… a parte, había que pagar 125 dólares por día para participar en las actividades de este festival, un barbaridad tratándose de la India. Asistí a algunas ceremonias junto al río a las que se podía pasar sin pagar (al menos no me pidieron dinero…) Mi sensación fue como la de estar delante de una flor preciosa y perfecta, pero una flor de plástico. • Una mañana me encontré con Victoria, la valenciana que conocí en el autobús, pasamos la mañana juntas y me enseño cómo era el ashram donde se alojaba. Al día siguiente iba a asistir a una charla y meditación del maestro espiritual Sant Shree Hari. Este señor viaja por el mundo, va allí donde le llamen y no cobra un duro por transmitir sus enseñanzas. Victoria me propuso presentármelo y nos plantamos en su casita, charlamos un rato con él y nos invitó a unas verduras muy ricas. Un encuentro muy breve, pero que me gustó mucho, tanto, que al día siguiente a las 7 de la mañana asistí a una meditación, que él guiaba. En indú y rodeada de indios me sentí como en casa. La espiritualidad no se puede comprar ni con dinero, ni yendo a ningún sitio (ya sea la India o Roma), ni pasando unos días con un maestro. Buscar soluciones rápidas, es como el que va a Lourdes a curarse milagrosamente. El viaje hacia el interior, es duro y nunca termina. Desde que decidí dar importancia a este viaje, he visto que aunque es el más difícil, también es el más hermoso Vayan estas líneas como un recuerdo de algunas impresiones sobre la actividad de esta ciudad, que seguro son completamente distintas a las de cualquier otra persona que haya pasado por ella. Con distintos ojos se ven distintos paisajes… y todos son el paisaje.
We should content ourselves with being right, without trying to demonstrate that the other is wrong

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