jueves, 17 de noviembre de 2011

La India es como su música, incomprensible y seductora.

En Rishikesh hay tanta oferta de actividades que es difícil elegir y saber si se ha elegido bien. No vine con idea de hacer ningún curso de yoga, pero me fui apuntando a lo que me parecía interesante e iba surgiendo de manera casual. El tiempo que he estado viajando, he seguido esta pauta; organizar un poco el camino y luego dejar fluir las cosas. Esto que parece muy fácil, a mi que siempre he tendido a tener todo controlado, me ha costado un triunfo. La bendita casualidad quiso que alguien en un restaurante, comentara a Clara y David (dos catalanes molt macus, con los que he pasado momentos geniales y son de lo mejor que me llevo de Rishikesh) que se estaba celebrando el Free International Yoga & Indian Music Festival. Clases de yoga, workshops y charlas impartidas por Maestros con una amplísima experiencia. Por las noches conciertos de música india. No entendí muy bien porque se organizaba este festival, con la asistencia de personas de esta categoría, hasta que leí la última página del folleto del programa:
"These festivals are organized and financed with our own savings. All the classes and concerts are free of charge for anybody and we do not accept donations. Somebody has done something nice to us, now we want to do something nice to you. Maybe this inspires you to do something niece tomorrow to someone else out there"
Simon & Bhuwan Cuando lei esto, una corriente eléctrica pasó por mi cuerpo (esa sensación de carne de gallina) y supe que este era el sitio. Asistí con Clara a tres clases de yoga y una charla sobre respiración y meditación. David se unió a nosotras por la tarde-noche y disfrutamos de un par de conciertos. No conocía el sonido del sitar, es increíble. La música india es complicada para un occidental, no tiene nada que ver con nuestros sonidos. Da la sensación de que están lanzando notas al azar. Observando a los músicos, ves que siguen un orden en lo que tocan, pero para mi fue imposible pillarlo. Vimos a un par de músicos de sitar, me encantó este instrumento y los sonidos que produce, ambos conciertos merecieron la pena: • Bhuwan Chandra, que además de músico tiene un master en yoga, llenaba con su presencia el escenario. Moreno y alto, se movía con la elegancia de un príncipe. Sin duda el origen del pueblo gitano viene de la india, Bhuwan pasaría perfectamente por un auténtico y guapo gitano de Triana. Debasish Ganguly, consiguió conmoverme con su música. Ha viajado por el mundo dando a conocer los sonidos de su tierra, ha producido música para cine y sonríe cuando toca. Me gustó tanto, que esperé al final del concierto para acercarme y agradecerle el buen rato que me hizo pasar. El final del último del concierto fue complejo e interesantísimo. Apareció un señor muy mayor al que todo el mundo trataba con enorme respeto y veneración, supongo que sería un sadhu. Subió al escenario, se sentó frente a un armonio y junto a dos músicos (sitar y percusión) y comenzó a entonar unos cantos devocionales, que de alguna manera me recordaron al cante jondo. Nos contaron luego, que lo que había hecho era extremadamente difícil. Desde un punto de vista musical fue muy complicado de entender para mi, pero fue una suerte poder ver a un ser que parecía de otro planeta y creaba sonidos imposibles, llenando con mucho poder el escenario. Esa noche me fui a la cama pensando que la India, es como su música: compleja e incomprensible, no entiendes nada pero te seduce y atrapa.

2 comentarios:

  1. Yo me enamoré de la música de sitar desde que lo oí a un personaje que vino al pueblo de mi abuelo a vivir, luego me enteré que era de los mejores concertistas de sitar de España...
    Precioso el motivo del concierto :)

    ResponderEliminar
  2. jo!!!!! que bonito cuando tu alma se llena de lo incompresible, cuando tocas lo desconocido con una nueva lucidez, que día a día se va fraguando, cuando vives tu mundo en otro que, sin saberlo, también es el tuyo....
    Cris

    ResponderEliminar