miércoles, 31 de agosto de 2011

Día 21: Que significa VIP en Laos.

Madrugón y en tuk-tuk a la estación de autobuses. Ansiosa por ver que entienden el Laos por un autobús VIP, con aire acondicionado, baño y lunch incluido. Aquí el vehículo en cuestión. Fui descubriendo el significado de las siglas. En Laos, VIP significa Very Important Palo al buen gusto en la decoración. El interior era una mezcla de techos de plástico imitando mármol, junto con otras partes con flores color pastel, asientos tapizados con un estampado geométrico imposible y unas cortinillas con borlas que provocaban miedo y risa a la vez. VIP, significa también Very Important Peste. La humedad y la actividad incesante, han impregnado un olorcito que espero desaparezca un poco con el aire acondicionado. Si esto no ocurre, creo que en vez de ponerme un poco de bálsamo de tigre en la nariz voy a tener que comérmelo.
Hago un inciso aquí, para rendir homenaje a mi inseparable compañero “El bálsamo de tigre”, este ungüento, es un gran invento asiático. Un multiusos que sirve para camuflar malos olores, calmar el picor de las picaduras de mosquito, aliviar los dolores musculares y de huesos y aplicando un poquito en la sien, los dolores de cabeza son menos dolores. No hace falta ningún motivo para de vez en cuando aspirar su olor y refrescar un poco las fosas nasales. Fan del bálsamo de tigre.
El viaje se supone que dura 9 horas, una Very Important Patraña. A cualquier estimación horaria, aquí hay que añadir una propina, generosa, sin miedo. Las 9 horas se convirtieron en 12.
El primer tramo, las primeras 6 horas, carretera asfaltada con una curva detrás de otra, cada curva un poco más VIP que la anterior. El segundo tramo del viaje fue alternado, tramos asfaltados con curvas con tramos sin asfaltar más rectos.
En todo este tiempo no he querido descubrir lo VIP que era el baño, he oído de lejos suficiente para esperar al baño del sitio donde vamos a comer.
Maravilloso paisaje laosiano y pueblitos de vez en cuando. Unos mas rurales con casas de bambú y madera y otros un poco menos con casas de ladrillo, Mis compañeros de viaje son todos laosianos menos una pareja francesa con la que no he hablado mucho. Los laosianos son educados y silenciosos, pero mi compañera de asiento me ha estado poniendo un poco nerviosa. Una adolescente que se apoya en la ventana para dormir y pone parte de su trasero en mi asiento y que cuando despierta habla por el móvil. Si al menos me enterase de lo que habla, me entretendría un poco.
Paramos para comer en un restaurante de carretera, obviamente VIP. La comida deliciosa, la verdad, Un arroz con verduras varias (unas que conozco y otras que no) y carne. Y aquí tenemos el baño La verdad, no me quejo del viaje, es enriquecedor ver la realidad de las cosas y si lo relativizas, tampoco es para tanto. Nos hemos acostumbrado a un estilo de vida y esto te hace ver que hay veces que nos quejamos por tontunas.
Por fin Vientiane, comparto taxi con los franceses y a buscar guest house ¡Madre mía qué ganas!
La primera impresión de la ciudad es que no me gusta, vengo de un sitio tranquilo y con encanto y aquí hay coches, mas ruido, todo es el doble de caro... sin duda influye que estoy agotada del viaje, he dejado gente atrás que ya echo de menos, voy cargada con todo el equipaje y hace mucho calor. No voy a crearme una opinión de la ciudad hasta mañana, hoy no es el mejor momento para valorar nada.
Busco en varias guest houses cerca del río y todas doblan o triplican el precio de los sitios en los que he estado, con bastante peor pinta. Elijo una bastante cutre, tercer piso, pero limpia. Mañana con tiempo me cambio a algo mejor.
Me da en la nariz, que no voy a estar mucho tiempo en esta ciudad. Buenas noches.

Día 20: See you soon...

> Me he despertado con esta nota que me han dejado las griegas bajo la puerta. Una imagen vale más que mil palabras. Hoy tempranito voy a visitar unas cuevas cercanas a la ciudad, me fui al embarcadero y a disfrutar de una hora y media de viaje por el río. No me canso de navegar en este lugar, el barco va lento, como meciéndote y todo alrededor es precioso. Antes de llegar a las cuevas Tham Ting, paramos 20 minutos en un pueblo que llaman “Whisky Village”, un pequeño sitio pintoresco donde se produce este alcohol y con puestos de preciosas telas que las mujeres del pueblo tejen y venden a los turistas. Las cuevas son un lugar sagrado donde hay alrededor de 4.000 esculturas de Buda de distintos materiales, que los navegantes han ido dejando allí a lo largo de los siglos. Una vez al año hay una procesión y las cuevas se llenan de laosianos que aguardan pacientemente en colas para acceder y llegar al agua sagrada que cae a lo largo de una de sus rocas. Un sitio interesante, pero sin duda lo que más me gustó es volver a disfrutar de la travesía de vuelta. Ayer dormí sólo tres horas, así que aproveché las enseñanzas del Abad Adjha en el monasterio y fui haciendo unos ejercicios de meditación que me dejaron nueva. He decidido que mañana me marcho a Vientiane, me quedaría uno o dos días más aquí, pero todavía me queda mucho por ver y quiero ir bajando hacia el sur del país. Para ir a Vientiane puedo coger un vuelo por ciento y pico euros o ir por carretera en bus por unos 15, busqué en varios sitios y comparé precios. Iré en autobús mañana a las 8h. Si soy backpacker, soy backpaker. Aproveché el resto del día para dar una vuelta por Luang Prabang, tomar un ice cofee junto al río, escribir e ir despidiéndome de esta ciudad. A las 19h, Jasmine y Simon vinieron a mi guest houses, cenaremos juntos antes de despedirnos. Simon nos propuso ir a un sitio tranquilo y bonito que había descubierto caminando y nos regaló los oídos diciendo que iba con las dos chicas más guapas de la ciudad, es un encanto. Para ir al sitio en cuestión me encontré con la sorpresa de que había que cruzar el río en una de esas barcas de papel a las que no consigo acostumbrarme. A la fragilidad de la barca se unió que era de noche y todo parecía más misterioso y que yo llevaba además de la cámara de fotos el ordenador . Si caíamos al agua no pasaba nada, el río va tranquilo, nadas y listo, pero quedarme sin netbook y sin cámara no me apetecía un pelo. En un par de minutos llegamos a la otra orilla. Tengo que reconocer que mereció la pena, el sitio que eligió Simón era sencillamente precioso. El restaurante era al aire libre, tenía unas magníficas vistas del río y una sutil iluminación con pequeñas lámparas. Estaba todo construido de madera y el sonido del agua de pequeñas fuentes, completaban un ambiente muy acogedor. Hablamos de muchas cosas, pero un tema realmente interesante fue las relaciones que teníamos con nuestras familias y las estructuras familiares en nuestros países. Ellos volaron de casa muy jóvenes y ven muy esporádicamente a sus padres y hermanos. Simon comentó, que obviamente quiere a sus padres, pero que su vida tiene otro rumbo e incluso cuando han estado hospitalizados por algo no ha ido. Jasmine, lleva sin ver a uno de sus hermanos siete años y las visitas a sus padres son muy espaciadas en el tiempo. Para cualquier español, esto es marciano, mi postura es no juzgarlo, es algo que he aprendido en los últimos meses. Son distintas formas de entender la vida y ninguna es mejor que otra. Para ellos será igual de extraño que yo hable con mis padres (cuando estoy en Madrid) a diario, tenga la nevera llena de tuppers de mi madre y la necesidad de verlos y estar con ellos. Aprovecho la ocasión para decir que mis padres son sencillamente maravillosos, me tocó la lotería el día que el azar hizo que fuese su hija, lo que soy y lo que tengo es gran parte producto de su amor. Mi hermana es mi corazón, mi niña, las dos sabemos que siempre estaremos cuando nos necesitemos y de manera incondicional. No voy a seguir, cuando los González Zárate lean esto van a llorar como Magdalenas, porque además de ser una familia muy española, “lloramos con dos de pipas”. Un número, vaya. De las familias pasamos a los cambios en el mundo digital, de ahí al porcentaje de divorcios en nuestros países…. Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos en el lugar donde nos separábamos, ya para despedirnos. Decidimos no decir Adios, decir mejor Nos Veremos. Ninguno estamos seguros de que eso vaya a ocurrir, pero el intenso y verdadero abrazo que nos dimos, nos hizo estar seguros de que todos hemos sido parte de un trocito de vida importante para los otros.

martes, 30 de agosto de 2011

Día 19: Waterfalls y despedidas.

A unos cien metros de la guest house está el río y en la orilla hay unos restaurantes muy cucos con unas vistas inmejorables, así que no dudé desayunar en uno de ellos y escribir un rato. Me levanté e hice algunos planes para la mañana, un museo, algunos templos… cuando quedé con el grupo me sugirieron irnos a las cascadas Sai, que están a unos 15km del pueblo, así que no lo dudé, tuk-tuk y a remojarnos un rato, con este calor fue una gran idea. Cuando nos dejó el tuk-tuk, cogimos una barquita para cruzar el río. Estas embarcaciones parecen de papel de fumar y la verdad es que fui todo el rato con la sensación de que iba a volcar, ¡el tipo iba achicando agua según avanzábamos! La risa de la foto es absolutamente falsa. La cascada está formada por varios niveles por los que el agua cae, desde su parte más alta, hasta depositarse en varias piscinas rodeadas de árboles y frondosos matorrales, entre los que vuelan las mariposas. Allí pasamos casi todo el día, el tiempo aquí pasa a otra velocidad. Volví con Kosntantina y el tuk-tuk nos dejó en el principio del mercado Hmong. Comimos algo y compramos un regalinchi para cada uno de los miembros del grupo, hemos hecho una pandi genial y hoy será el último día que estemos juntos :-( Camino a la guest house recogimos la ropa que dejamos esta mañana en la lavandería, por algo más de 50 céntimos te lavan un kilo de ropa, que gusto otra vez todo limpito. A las 22h quedamos en un garito que se llama Hive y está realmente bien. Otra vez todos juntos, Billy, Konstantine, Simon, Jasmine, Cristina, Martin y yo… muy bonito el momento en el que les dimos los regalos. Qué intensas son los vínculos que creas con la gente aquí, supongo que todos sabemos que vamos a estar poco tiempo juntos y damos lo mejor de nosotros. El demonio se hizo presente y empezamos con los brindis internacionales, risa va, risa viene, decidimos irnos a la discoteca local. No sabemos por qué, el conductor del tuk-tuk en vez de entender disco, entendió bolera y nos llevó a un sitio iluminado como el Alcampo con adolescentes jugando a los bolos y una música local horrorosa. Salimos pitando. Aclarado el malentendido, el conductor nos llevó a la disco local. ¡Vaya sitio! Todo lo que ponían sonaba igual. En un ataque de lucidez Konstantine probó a pedir Lady Gaga y ¡voila, nos la pusieron! Rodeados de adolescentes, algún turista y un grupo de transexuales laosianos, dimos lo mejor de nosotros mismos en la pista de baile. La alegría duro poco, una vez terminó el tema, el dj volvió a su estilo, así que pies en polvorosa. AYlFRVVWDXY/Tl0LyES7TxI/AAAAAAAAAcY/WLmKlSvD7o4/s400/DSCN6443.JPG" /> A la salida nos encontramos con un espectáculo lamentable, una mujer y un hombre heridos, según nos contaron eran matrimonio y se agredieron seriamente. De vuelta a casa, comenzaron las despedidas, las griegas salen mañana temprano a Vientiane. El grupo se va separando y otra vez toca decir adiós, gente que va, gente que viene… voy a echar mucho de menos a estas chicas, quién sabe, quizás volvamos a vernos.

Día 18: Let´s talk about sex...

Cuando fui a pagar la noche en la guest house el chico de recepción me dijo que hoy había una fiesta en el pueblo, en el río se celebraba unas carreras de canoas, “racing party”. No se si es casualidad, pero estoy teniendo la suerte de vivir fiestas populares en mis andanzas por Asia. Y vaya fiesta, todo el pueblo estaba allí, puestos de comida, de zarrias varias, de juegos de feria y montones de laosianos a lo largo de la orilla pendientes de las barcas.
Los laosianos son bajitos y se protegen del calor con paraguas, así que había que estar todo el tiempo esquivando varillas que por suerte me llegaban a la altura del cuello. Este ha sido el día de mas calor de mi viaje, la sensación térmica era de más de 40 grados, la ropa se pegaba al cuerpo y había que estar bebiendo agua constantemente. Nos dimos una vuelta y en cuanto pudimos nos sentamos a la sombra con unas cervezas. Jamás pensé que lo haría, pero sí, lo hice; puse hielo en mi cerveza y ahora entiendo por qué lo hacen, es la única manera de tomarla fría, a los dos minutos se te queda como un caldo avecrem. Fue divertido ver las barcas con todos los miembros del equipo vestidos del mismo color y cada barca de uno distinto, desde la orilla oíamos el grito que daban en cada remada. Aunque lo realmente divertido fue la conversación, un suizo, una australiana, una griega y una española hablando de sexo. Me imagino que sería por el calor. No voy a contar de que hablamos, cuando configuré el blog lo hice para todas las edades y la conversación no lo fue. Nos reímos hasta decir basta, la cerveza les aflojó la lengua… y hasta aquí puedo leer. Jasmine es peluquera y Kostantine necesitaba un corte de pelo, la excusa perfecta para irnos a su guest house a proceder al corte y a acabarnos una botella de vodka de la que Jasmine quería desacerse. Nadie quería beber, pero lo hicimos por ella, cargar con peso innecesario no tiene sentido, solidaridad entre backpackers. Sentados en el porche de la guest house, iban pasando huéspedes que se nos fueron uniendo, todos dispuestos a ayudar a Jasmine y terminar la botella: un chino jovencito, un australiano que pasaba los sesenta y que por aclamación popular nos hizo un baile típico de su tierra y un inglés que una vez más demostró la capacidad alcohólica de los británicos. Perdí la cuenta de las veces que brindamos, repitiendo las palabras que cada uno decimos en nuestros países al chocar las copas. Un brindis internacional en toda regla. Simon puso música y nos echamos unos bailes “para quemar un poco lo ingerido”. Aquello se alargó y llegó el momento de irnos. No se a quien se le ocurrió, pero en vez de ir por el camino que conocíamos, acabamos en lo alto de un templo. En la subida Kostantina se puso un poco malita, le da miedo la oscuridad y aunque llevábamos linternas lo pasó un poco regular. La ciudad por la noche desde arriba se veía preciosa y las estatuas de Buda que nos encontramos por el camino tenían un halo misterioso a la luz de los móviles y las linternas. La tontería nos llevó casi dos horas y cuando llegamos al mercado Hmong, ya estaba prácticamente cerrado, así que no nos quedó otra que irnos a un restaurante junto al río. Unos noodles y a la cama, Hoy, no puedo decir que haya visto mucho de la ciudad, pero no creo que pueda olvidarme de este día, ha requetemerecido la pena.