martes, 6 de septiembre de 2011

Día 25, 26 y 27: Enamorá de la vida

Tempranito cogimos un bus desde el mismo pueblo dirección a Pakse, la próxima parada en el viaje. Un par de horas en este autobús y luego cambiamos a otro, en este punto nos despedimos de los alemanes y el coreano y continué la ruta con Alberto.
Nuestro segundo autobús reunía los lujos y comodidades de los anteriores, pero esta vez para ir ampliando nuestra experiencia viajera, nos tocó sentarnos atrás del todo, respaldos que no se reclinan y asientos que se salen de su sitio si te mueves más de la cuenta. Aprovechamos una parada en la que se bajaron varios lugareños para cambiar de lugar.
Llegamos a Pakse a las 20h aprox. A primera vista nada interesante en la ciudad y una misión: encontrar Guest House. Miramos un par de ellas, después de tantas horas de viaje, uno no tiene cuerpo para estar haciendo un store check muy exhaustivo. De nuevo tuvimos suerte y la primera que vimos resultó ser una buena opción, además tenía un restaurante indio que fue también un descubrimiento.
No tengo idea de comida india, más que la de los restaurantes de Lavapiés (dónde siempre elige Alex), pero Alberto que ha estado viajando por allí unos meses, le dio una buena nota.
El día siguiente nos lo tomamos de relax, ver un mercado con una espantosa especie de galería comercial, pasear por un par de calles, tomar BeerLao (que aquí y ahora tengo que confesar que me sienta divinamente) y buscar la forma de hacer una excursión para visitar las cataratas de los alrededores.
Encontramos una agencia con un precio genial para hacer un recorrido por lo más interesante de Pakse: Bolaven Plateau. Una excursión de un día visitando plantaciones de té y cafe, las cataratas Tad Lo, Taat Fang y Tad FaneBolevan Praveu y pueblitos de la zona. Contratamos para el día siguiente.
Esa noche conocimos a Gal, un israelí jovencito y bastante simpático. La primera conversación con él fue un tanto controvertida: política. Israel, la amenaza de los países vecinos, la necesidad de defenderse, la defensa del servicio militar obligatorio… Es más que interesante conocer otras opiniones y además si escuchas y tratas de ponerte en la posición del otro, te das cuenta que comprendes su manera de pensar… otra cosa es compartirla. En un momento de lucidez hicimos un pacto: no hablar de política.
Al día siguiente Gal nos acompañó a la excursión, al grupo se sumo una húngara, Diana. Es la primera persona de esta nacionalidad que me encuentro viajando, es poco frecuente entre mochileros que haya gente del Este de Europa. Una chica no muy habladora, pero que poco a poco fue abriéndose y nos contó cosas sobre su país.
Empezamos visitando una plantación de té. Nuestro conductor nos mostró como se preparaba y vimos el campo, las plantas y las mujeres trabajando. Pudimos ver todo el proceso, hasta el empaquetado, aquí Gal se animó a echar una mano.
Continuamos visitando un campo de café, visita que terminó con una degustación de un negro café laosiano.
El día fue como el argumento de una peli, in crescendo a cada minuto. La siguiente parada una impresionante catarata. Llovía y eso, al contrario de lo que se pueda pensar, hizo que todo fuese más hermoso. Las fotos son bonitas, sí, pero no os podéis imaginar lo que es estar allí. Paramos a comer junto a otras cataratas en una especie de resort de lujo (entiéndase lujo aquí, desde un punto de vista laosiano) Comerse un Pad tai viendo las cataratas… no puedo decir más. La conversación se animó y nos echamos unas risas. A continuación fuimos a ver unos elefantes, me encantan estos animales.
Que mejor se puede hacer después de esto que darse un baño en el Mekong. Nuestro conductor nos indicó un lugar donde bañarnos. El río ahora en época de lluvias tiene una fuerza impresionante
En un recodo de aguas más tranquilas fuimos metiéndonos en el río, despacio, muy despacio, el suelo resbalaba. El agua no estaba demasiado fría, pero el momento fue mágico. Dentro del río, con unas cataratas al fondo y en un momento… comenzó a llover. Salir del agua, tumbarse en una piedra que estaba caliente y en ese escenario, sentir la lluvia. Se te pega en la cara una estúpida sonrisa y te sientes más viva que nunca. Enamorá de la vida, absolutamente enamorá.
De nuevo en la minivan paramos en un pueblito, mejor que contarlo, aquí unas fotos.
Estábamos realmente animados, contentos. Preguntamos al conductor si el pueblo tenía alguna disco, sería la bomba terminar el día con unos “dancings”. Y sí señor, parecía que había algo.
Quedamos en encontrarnos a las 22 en nuestra guest house y desde allí buscar un tuk-tuk que nos llevase. Después de una cena india, parece que la idea de encontrar un tuk-tuk no era del todo fácil. Diana vio uno aparcado y encontramos al conductor, negociamos y acabamos en la disco. El local no estaba mal, la música se podía bailar pero aquí tienen la extraña costumbre de comenzar un tema y cuando le estás cogiendo el ritmillo te lo cambian. Un “coitus interruptus” en toda regla. Aún así, bebimos, bailamos y cerramos el local. El tuk-tuk nos esperaba a la salida. La BeerLao hizo su trabajo y un poco afectados nos fuimos a dormir.
Este día es lo que se conoce como UN DÍA PERFECTO.
Otro montón de sitios, sensaciones, conversaciones y gente que se quedarán conmigo para recordarme que el mundo puede ser un sitio maravilloso.

4 comentarios:

  1. Qué fotos Martita! Si es que se siente la brisa, se huele a hierva fresca y no te cabe la sonrisa...qué gusto verte así WAPAAAAAAAAA!!!
    GAUCHITA

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  2. Que bien! Menuda aventura, disfrutado mucho. Las fotos son preciosas.
    Anita wundermita

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  3. Si las fotos son realmente lindas y mi envidia va en aumento :-)un beso
    Cesar

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  4. Tú sí que estás pivonazo!!!! Me encanta la foto que encabeza el post.
    Ganas que me cuentes retalitos de esa experiencia en vivo y en directo.
    Me chifla que no dejas de SONREIR!!!

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