miércoles, 17 de agosto de 2011

Día 7: Monks Chat

Hoy será mi último día en Chiang Mai. Mañana tranquila desayuno en el Funkydog café, mi bar preferido de la calle donde me alojo. Esta calle ha resultado ser un lugar ideal para plantar el cuartel general. El Funkydog es un sitio pintoresco, merece la pena hablar con su dueño, un tai de lo mas new age y muy agradable. Allí trabaja una guapa tibetana de mediana edad (por decir algo, con los asiáticos es complicado calcular la edad) que es mas espabilada que una lagartija, no deja de reclamar la atención de los turistas que pasan por la calle, invitándoles a pasar al local. La primera vez que vine, me miró muy seria y me dijo que necesitaba un masaje, que me veía muy bloqueados los hombros, como era de esperar, ella conocía a una señora que era capaz de dejarme nueva. Estaba claro que era parte de sus ingresos y seguro recibiría su comisión por llevar turistas. Esta mañana la curiosidad me pudo y me fui en moto con la tibetana a por el masaje. El lugar era de lo más humilde, en una habitación próxima a la entrada y separada por una cortina con dibujos de Piolín, nos esperaba una mujer de rasgos chinos a quien le faltaba una pierna, mas tarde Alila (así se llamaba la mujer que trabaja en el Funkydog house) me contó que la masajista fue bailarina y sufrió un accidente, bueno, al menos lo del accidente se que es verdad. El masaje fue estupendo, diría que el mejor de mi vida, pero siempre tengo esa sensación después de un masaje…. La técnica era algo distinta de la tai, menos fuerte, presionando puntos concretos y masajeando los músculos con maestría. Creo que tocarse es una manera de comunicarse entre las personas y estoy convencida de que se transmiten cosas, no hay más que ver lo que se siente cuando se tiene a un bebe en brazos. Pues bien, a mi esta mujer me dio muy buen rollo, me alegré de haber ido. Por la tarde, tenía previsto ir a un templo fuera de las murallas, donde los monjes invitan a los turistas a hablar con ellos en inglés (monk chat), una buena oportunidad para acercarme a su vida y preguntarles cosas sobre las que tengo mucha curiosidad. Tenía un par de horas, así que decidí ir caminando y seguir explorando la ciudad. Mi sentido de la orientación es pésimo, de verdad, es imposible perderse en una ciudad rodeada por una muralla y un foso cuadrado, pues yo, volví a perderme, con mapa y todo. Esto tiene sus ventajas, descubres cosas que no esperabas encontrarte, pero un recorrido de unos cuarenta minutos tardé en hacerlo unas dos horas. También es cierto que curioseo todo lo que me encuentro. Me encantó cruzarme con estos niños a la salida del cole. En mi anterior viaje en abril, llegué a la conclusión de que a veces hay que perderse para encontrarse. En ello estoy. Antes de enfrentarme a los monjes, me metí a comer a uno de esos sitios pequeños, donde todo está en tailandés y el dueño no habla ni papa de inglés. De nuevo me la jugué con las hojas de plátano, esta vez escondían una especie de cerdo glutinoso que estaba rico, para pedir tuve que pedir la ayuda de unas niñas que entre risas preadolescentes me echaron una mano con la comanda.

Por fin con los monjes, dos horas de cháchara con unos jovenzuelos de entre 19 y 20 años. De verdad, es muy muy interesante descubrir cosas de su vida, qué hacen, qué comen, si ven a sus familias, cuánto tiempo llevan siendo monjes, hablar de budismo… esto me ha despertado una enorme curiosidad sobre esta religión, que tiene puntos que sobre los que merece la pena echar una pensada. Algunas ideas interesantes:

  • El budismo es una filosofía hermosa, y su esencia se puede resumir en buscar una felicidad duradera. La esencia de su práctica es vivir en el momento presente. El pasado y el futuro son solamente creaciones de nuestra mente… lo único que realmente existe es el aquí y el ahora, que no significa “carpe diem”.
  • La sabiduría de Buda trasciende el dogmatismo, y su principal enseñanza nos dice que el sufrimiento existe, que puede superarse, y nos muestra el camino para lograrlo. Es lo que llaman el Camino Medio, la sabiduría de evitar los extremos en la vida, y de realizar los esfuerzos apropiados para alcanzar el despertar
  • Buda insistió en que: "No creas ciegamente lo que dicen los demás. Averigua por ti mismo qué es lo que te aporta claridad y paz. Ese es el camino que debes elegir" Esta frase me encanta.

La conversación no fue fácil, la realidad es que fue agotadora, los chavales llevaban sólo un par de años estudiando inglés, un idioma que no tiene nada que ver con el suyo. Su acento era imposible, con mucho esfuerzo conseguí enterarme de cosas, sobre todo cuando se acercó uno de sus maestros a ver cómo iba la conversación y pudimos hablar de manera más fluida. Buda enseñó cinco preceptos: no hacer daño, no robar, tener control sobre el deseo sexual, no mentir, y no beber alcohol. Salí de allí con unas ganas locas de una cerveza, pero no me parecía apropiado, así que en honor a Budá me compré un coco en un puesto de frutas. Allí mismo me lo abrieron y con una pajita fui disfrutando del rico líquido que tiene dentro. Un tuk-tuk a mi calle y una cervecita en el Funkydog. Voy a echar de menos este sitio y mi guest house y Chaing Mai en general, quien sabe…. Puede que algún día vuelva ¿por qué no?

2 comentarios:

  1. Otro fantástico día!
    Me alegro mucho, un besazo
    Olga

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  2. Me gusta la frase,cuidate que un pedazo de mi va en tu mochila,besos desde Lanzarote

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