jueves, 19 de julio de 2012

Nadie dijo que fuera fácil


Vuelo de Madrid a Bruselas en unas tres horas.
Búsqueda de la zona donde sale mi avión a Delhi e inspección de un lugar cómodo donde pasar las próximas 14 horas en el aeropuerto. 

Viajar en low cost y eligiendo la tarifa más barata tiene estas condiciones, sinceramente muy llevaderas. Mientras leía tumbada en un sillón un poco duro pero cómodo, pensaba en los trenes de India donde he pasado noches sobre una litera infernal, y me sentía como en un hotel de cinco estrellas. Trayecto a Delhi de 10 horas, viendo una peli, durmiendo, leyendo… realmente se me pasaron rápido.


A la hora que llegué no había metro, una faena, es moderno y me deja justo en la zona donde busco guess house. Probé con un autobús local y de nuevo viví la experiencia de ser la única occidental en medio de un montón de indios. Mi compañero de asiento tenía ganas de charla y en un inglés penoso me preguntó si estaba casada (a esto siempre contesto un sí rotundo para evitar cualquier intento de conquista a la occidental), si tenía padres, hermanos, hijos  y cuantos años tenía. Tuve que repetirle varias veces mi edad y marcarla con los dedos, se negaba a creerme (esto me pasa mucho en Asia y me encanta). Tras contestarle que no a la pregunta de si tenía hijos, se paso el resto del viaje insistiendo en que tuviera uno, me explicaba que si empezaba esa noche (le dije que mi marido me esperaba en la ciudad) en un año llegaría uno. Me lo explicó como cuatro o cinco veces, por si tenía alguna duda de lo que dura un proceso de gestación.
El bus paró cerca de New Delhi station, pero para llegar a Main Bazar (calle donde están los guess houses de mochileros) tenía que caminar un rato, dadas las horas (serían cerca de las once de la noche) decidí tomar un rickshaw.

 Error, craso error, la zona de Paharganj es el paraíso de los timadores y sus métodos son muy sofisticados. Cuando estábamos llegando, un paisano con uniforme de vigilante nos paró en un callejón para decirme que era el festival de verano y no se podía acceder a Main Bazar, me indicó que el conductor me llevara a la oficina de turismo  para que me buscaran un alojamiento.(Hay varios locales con aspecto de oficina de turismo oficial, pero que en realidad son pequeños negocios donde te venden billetes y habitaciones de hotel, llevándose una comisión)
De noche, en un lugar sin mucha gente no me quedó otra opción, no tenía posibilidad de bajar del rickshaw y buscarme las castañas.
En la "oficina de turismo" la misma milonga, incluso llamaron a una guess house de un teléfono que les di y me pasaron con el supuesto recepcionista que me contó la misma historia.
Mi intuición y lo que ya conozco de este lugar me hicieron ver que todo eso olía a chamusquina, más cuando las habitaciones que decían estarían disponibles andaban por los 100 dolares. No tenía ni idea como iba a terminar todo eso, pero una cosa sabía, no iba a caer en la trampa. La única opción era volver a subir al rickshaw e insistirle que me volviera a llevar a la estación.
Por el camino, me volvió a parar en otro hotel, que me ofrecía habitación por 85 dolares, tras negarme en rotundo varias veces, el conductor que veía que perdía su suculenta comisión, llegó a rebajar el precio hasta 60 y por último ofrecerme pagar la mitad, me decía que yo era su sister y no podía consentir que me quedara durmiendo en la estación.
Le dije muy seria que imposible, que me llevase a la estación y que allí me apañaría. 

El tipo en cuestión estaba más cabreado que una mona y yo no tenía más opción que jugar bien mis cartas y conseguir que me llevase hasta allí, era ya muy tarde y no tenía otra forma de  moverme por la ciudad. Finalmente accedió y después de hora y media dándome vueltas y contándome mil historias para no dormir, me dejó en New Delhi Station, en la parte de la estación opuesta a Main Bazar. 

Pretendía cobrarme 500 rupias (unos 8 euros) por el paseo, ahí me salió la vena flamenca y le dije que ni lo soñase, le di 150 y sin volverme a escuchar los improperios que me soltó crucé la estación dirección a mi destino.

Main Bazar es una calle bastante cochambrosa, que además de noche con los locales cerrados todavía tiene peor aspecto. A mi esa noche los neones de los locales me parecieron los de Broadway. 
Llegué a Vivek, una guess house donde ya había estado y que tiene unas habitaciones sencillas pero limpias.
No se de dónde saqué fuerzas para hablar con el recepcionista, contarle lo que me gustaba su hotel, a la cantidad de gente que se lo había recomendado y regatear el precio de la habitación de 800 a 500 rupias.
Entrar en mi cuarto, dejar la mochila y darme una ducha fue una bendición. El calor incluso a esas horas se hacía difícil. Un ventilador de techo removía con alegría el aire caliente, pero era mejor que nada.
Estaba taaaaaaaaaan cansada que no podía dormir, leí un rato, di vueltas y finalmente tuve que tomarme un orfidal, no había opción si quería descansar unas horas. Odio tomar pastillas, pero reconozco las emergencias y esta era una.
Vaya periplo, los dioses indios se lo han pasado pipa con esta broma de bienvenida, lo importante es que superé los obstáculos que me fueron poniendo y gané la batalla.

Después de ese  infierno sabía  que el día siguiente iba a ser un gran día.

Salir, vivir y viajar de esta manera es emocionante… pero nadie dijo que fuera a ser fácil.

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