Tengo un buen puñado de post pendientes; del camino de Srinagar a Leh, de Leh, Tiksey y Alchi, de mi
visita al Dalai Lama, del retiro de meditación…
Los tengo medio, medio y las fotos tardan en subirse, pero
los colgaré.
Pero ahora, antes que nada, quiero escribir sobre mi viaje
de Leh a Manali. Sali ayer a las dos de la mañana de allí, esta vez me decidí a
viajar en minivan que he compartido con una polaca un grupo de franceses y otro
de israelíes; once mas el conductor.
Sabía que el trayecto no iba a ser fácil, pero no esperaba
tantas sorpresas. Las primeras 10 horas han sido como estar sentada en un
sillón de masaje en modo toro mecánico, no exagero ni un poquito.
El camino no
era camino, arena, piedras y polvo. Cuando hemos entrado en la carretera de
montaña, tres cuartos de lo mismo, unas veces sin asfaltar y otras con baches,
socavones y rocas.
El paisaje de Leh es espectacular, enormes montañas de roca
que con la luz del sol van tomando distintos colores. Parece algo como de otro
planeta y en ocasiones da la sensación de que las montañas tienen dos
dimensiones en vez de tres. Es un paisaje totalmente distinto a lo que estoy
acostumbrada a ver, pero realmente imponente.
Desfiladeros interminables van
rompiendo la roca y es mejor no mirar hacia abajo, especialmente cuando te
cruzas con un camión u otro vehículo y las distancias se acortan.
Hemos ido parando a desayunar y comer en improvisados
“restaurantes” de carretera que eran todo un espectáculo.
Esta es una tierra de
tribus nómadas y es común encontrarse con tiendas de campaña que son los
hogares de estas familias. No quiero pensar el frio que tiene que hacer aquí en
invierno.
A medida que vas saliendo de Ladak, las montañas empiezan a
cubrirse de arboles, surgen las cataratas del deshielo y vas viendo los ríos.
No hay fotos ni palabras para describir lo que se siente, me he encontrado con
paisajes tan hermosos que no he podido reaccionar para tirarles una foto.
Te das cuenta de la fuerza y la grandeza de la naturaleza,
la minivan era una pulga en medio de todo aquello y nosotros algo todavía mas
pequeño. El hombre ha construido carreteras a lo largo de la montaña, pero ella
se encarga de recordar quien manda allí y cualquier pequeño movimiento de
tierras se convierte en un bloqueo en la ruta que puede durar horas.
En una de estas esperas, mientras las maquinas excavadoras
se encargaban de limpiar el camino hemos contemplado una imagen bellísima, el
arco iris entre las montañas, se te erizan todos los pelos del cuerpo cuando ves
este espectáculo y el sufrimiento del
viaje merece la pena.
Según estés mas arriba o abajo, la temperatura cambia. Del
calor pasas al frio cuando subes mas. Gracias a Dios, llevaba conmigo una de
las phasminas que compré en Srinagar. Paro para hacer una pequeña cuña
publicitaria de Dando un Paseo y de estas piezas que he comprado. No ocupan
nada, abrigan y al tacto son una pasada. Contenta con las compras que llevo
hasta ahora, sí señor.
El conductor era el “hombre sin miedo”, es increíble lo que
podía hacer con ese vehículo. Es como si un autobús eléctrico de la EMT, de
esos que van por alguna de las calles del centro de Madrid, se dispusiese a
hacer el Paris Dakar.
Este señor tenía una querencia enfermiza a adelantar a cualquiera
que se le pusiese delante y a coger velocidades imposibles para las carreteras
por las que nos estábamos moviendo.
Al grupo de franceses los bauticé como “los franceses
despreocupados”. Iban indicando al conductor la distancia del precipicio como
si fuese algo que hacen a diario en los Campos Eliseos.
De los israelíes qué
decir, vaya panda, se han pasado una gran parte del viaje jugando a las palabras encadenadas y a adivinar
personajes. Cuando estábamos a alturas de esas que se te hiela la sangre y con
el hobre sin miedo haciendo de las suyas, ellos como si nada, venga de risas y
coñas. En el servicio militar los tienen que entrenar bien para situaciones
extremas.
Empezamos a ascender y las nubes empezaron a rodearnos,
también la lluvia. Allí empezó la película de terror. Estuvimos cerca de hora y
media parados por un desprendimiento de la ladera de la montaña que bloqueo la
carretera.
Cuando empezamos a avanzar, la cosa no mejoró. El hombre sin
miedo iba avanzando por caminos en los que los camiones se quedaban bloqueados,
rozando peligrosamente el abismo. Hasta los franceses despreocupados se
empezaron a revolver en sus asientos.
Moviéndonos entre la niebla y ya con la noche cerrada, no sabía si reírme o llorar. La carretera fue mejorando algo, pero esto no
fue ninguna buena noticia por que sirvió para que el conductor subiese la
velocidad en carreteras de montaña donde no se veía un carajo.
Las últimas horas del viaje fueron de lo mas tenso, pero
finalmente llegamos a Manali y allí llego el momento de negociar con un
rickshaw que nos llevase a la zona de las guest houses en Old Manali. Agotada
después de 20 horas subida a ese cacharro, lo último que te apetece es ponerte
a discutir el precio del trayecto, pero esto es India y hay que hacerlo. Así
que te ves con uno y otro peleando por 50 o 100 rupias (entre un euro y euro y
medio). Y esto no es por ser rata, es por que no quieres pasar por la turista
pringada que paga el doble de lo que valen las cosas, ¡sólo faltaba eso¡
Me junte con la polaca y dos belgas que encontramos y
negociamos un taxi. Una vez llegamos a Old Manali encontramos una habitación
pintona y barata para las cuatro. No pensaba yo pasar la noche tan acompañada.
Me he escapado un rato para mandar un mensaje a la familia y
avisar que he llegado y así tener la excusa para cenar luego sola y tranquila
en algún lugar.
Y aquí estoy, en un restaurante de lo mas cuco, una
Kingfisher, la cerveza india mas popular y una tempura, un homenaje que bien me
he ganado hoy.
A ver que me ofrece mañana Manali, deseando de verlo.
Hola Marta, lo primero enhorabuena por el blog. Nosotro marchamos el sabado 25 de agosto a recorrer Cachemira durante 3 semanas y lo narrado por tus dedos me ha dado mas ganas de ir. Tambien nosotros hacemos blog de todos los viajes. http://trotaburgos.webs.es
ResponderEliminarQ sigas disfrutando de tu viaje. Un abrazo.