He pasado una semana y un día en Delhi, demasiado tiempo
para una ciudad a más de cuarenta grados, con ruido día y noche, aire
contaminado y actividad por todas partes.
Es tiempo de monzón, pero como en el
resto del planeta el calentamiento global hace que todo se desajuste, no ha
caído ni una gota y por aquí me cuentan que no recuerdan un verano tan caluroso.
Los primeros días fueron duros, al
cuerpo le cuesta aclimatarse a este exceso de todo.
No me quedaba otra, como todas las grandes ciudades, en
Delhi hay más mercados y oportunidades de encontrar proveedores y productos de
cualquier sitio de India y he tenido que quedarme aquí un poco más tiempo del
que hubiera querido.
A pesar de que no ha sido el lugar soñado, no me quejo, he
encontrado cosas que me gustan y estoy en un país que adoro.
Lo mejor de estos días aquí, han sido los momentos que he
pasado con Swati y Deepesh. En mi anterior viaje, mi amigo Jeff, un canadiense
encantador que conocí en Udaipur y con quien viaje unos días, me invitó a cenar
un día con esta pareja india.
Después de esa noche, he mantenido contacto con Swati por
facebook, entre nosotras hubo conexión especial y a través de mensajes y fotos
hemos ido conociendo mas de nuestras vidas.
Quedé con ellos a cenar, me invitaron a un fantástico
restaurante indio en Connaught place en el Embassy hotel, por unas horas dejé
de hacer el perroflauta y disfruté de los lujos culinarios indios y de una
compañía inmejorable. Deepesh trabaja para el banco Sabadell aquí en India y es
curioso mantener una conversación sobre la crisis de Bankia y los recortes
sociales en España a miles de kilómetros de mi país y con alguien de esta
tierra.
Si la hospitalidad se inventó en algún sitio, estoy segura
que fue en India, no sólo no me dejaron pagar, además todo este tiempo Swati ha
estado pendiente de que estuviese bien en contacto conmigo por móvil y
facebook.
Una tarde quedé con ella para visitar otro mercado, Karol
Bagh. Lo cierto es que pasamos unas horas sin parar de hablar y contarnos miles
de cosas, no vi ni una tienda, la oportunidad de poder conocer más a mi amiga y
los detalles de su vida fueron mucho mas interesantes. Nuestras charlas van
salpicándose de comentarios de ambas sobre la enorme suerte que tenemos de
conocernos.
Cuando Swati tuvo a su primera niña, actualmente tiene dos
preciosas crías de 10 y 7 años, dejó su trabajo y se dedicó a su familia. Desde
las 5.30 que se pone en pie, su vida gira en torno a ellas y a su casa, que
comparte como la mayoría de los matrimonios indios con sus suegros. Es una
mujer con inquietudes y creativa, así que dedicó parte de su tiempo a diseñar y
crear collares con piedras semipreciosas. Acordé con ella que me llevaría parte
de sus creaciones a España y haría una colección en mi web que llevaría su
nombre. Esta idea no me puede hacer mas ilusión y creo que a Swati también.
Cuando vuelva a Delhi, me han invitado a cenar a su casa,
poder conocer a las niñas y su hogar es un regalo que me llena de emoción.
Una vez vistos los mercados que planee ver, tener una
reunión con el agente de la empresa con quien haré los envíos y aclimatarme al
país, decidí que era hora de moverse. Me fui a la estación de trenes con idea
de comprar un billete a Amritsar y empezar a subir hacia el norte.
En la cola y
charlando con un simpático sudafricano, cambié de opinión y acabé comprando un
billete a Jammu para ir acercando mis pasos a Srinagar una bellísima ciudad en
Cachemira.
Con el billete en la mano, empecé a sentir la emoción del
viaje, el movimiento que te lleva a sitios nuevos donde sabes te esperan nuevas
emociones y sorpresas de este apasionante lugar del planeta. Incredible India.
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