Hago un inciso aquí, para rendir homenaje a mi inseparable compañero “El bálsamo de tigre”, este ungüento, es un gran invento asiático. Un multiusos que sirve para camuflar malos olores, calmar el picor de las picaduras de mosquito, aliviar los dolores musculares y de huesos y aplicando un poquito en la sien, los dolores de cabeza son menos dolores. No hace falta ningún motivo para de vez en cuando aspirar su olor y refrescar un poco las fosas nasales. Fan del bálsamo de tigre.

El viaje se supone que dura 9 horas, una Very Important Patraña. A cualquier estimación horaria, aquí hay que añadir una propina, generosa, sin miedo. Las 9 horas se convirtieron en 12.
El primer tramo, las primeras 6 horas, carretera asfaltada con una curva detrás de otra, cada curva un poco más VIP que la anterior. El segundo tramo del viaje fue alternado, tramos asfaltados con curvas con tramos sin asfaltar más rectos.
En todo este tiempo no he querido descubrir lo VIP que era el baño, he oído de lejos suficiente para esperar al baño del sitio donde vamos a comer.
Maravilloso paisaje laosiano y pueblitos de vez en cuando. Unos mas rurales con casas de bambú y madera y otros un poco menos con casas de ladrillo, Mis compañeros de viaje son todos laosianos menos una pareja francesa con la que no he hablado mucho. Los laosianos son educados y silenciosos, pero mi compañera de asiento me ha estado poniendo un poco nerviosa. Una adolescente que se apoya en la ventana para dormir y pone parte de su trasero en mi asiento y que cuando despierta habla por el móvil. Si al menos me enterase de lo que habla, me entretendría un poco.
Paramos para comer en un restaurante de carretera, obviamente VIP. La comida deliciosa, la verdad, Un arroz con verduras varias (unas que conozco y otras que no) y carne.
Y aquí tenemos el baño
La verdad, no me quejo del viaje, es enriquecedor ver la realidad de las cosas y si lo relativizas, tampoco es para tanto. Nos hemos acostumbrado a un estilo de vida y esto te hace ver que hay veces que nos quejamos por tontunas.
Por fin Vientiane, comparto taxi con los franceses y a buscar guest house ¡Madre mía qué ganas!
La primera impresión de la ciudad es que no me gusta, vengo de un sitio tranquilo y con encanto y aquí hay coches, mas ruido, todo es el doble de caro... sin duda influye que estoy agotada del viaje, he dejado gente atrás que ya echo de menos, voy cargada con todo el equipaje y hace mucho calor. No voy a crearme una opinión de la ciudad hasta mañana, hoy no es el mejor momento para valorar nada.
Busco en varias guest houses cerca del río y todas doblan o triplican el precio de los sitios en los que he estado, con bastante peor pinta. Elijo una bastante cutre, tercer piso, pero limpia. Mañana con tiempo me cambio a algo mejor.
Me da en la nariz, que no voy a estar mucho tiempo en esta ciudad. Buenas noches.